Sinopsis
La vida -¡tuve suerte!- se topóconmigo en el hogar modesto de un obrero
y una madre dispuestos a lograr
de sus hijos mujeres y hombres buenos.
Siendo niño también me regaló:
un zaguán con palomas y vencejos,
con un pozo; un huerto con manzanas,
un balcón con geranios, un colegio,
un pan blanco de harina candeal,
un cajón con montañas de tebeos,
un perrillo de seda, una pelota,
y en las tardes de invierno de bonanza
de unos leños ardiendo junto al fuego.
Ya mediada, la vida me obsequió
con el sueño incumplido, y el consuelo,
de una esposa, de un hijo, de un jardín,
de unos versos nacidos del silencio.
Y sin grandes heridas se llevó:
una fe de censuras y de miedos,
una escasa esperanza en el poder
y en los dioses del templo y del dinero,
una ingenua confianza en los demás
y una salud que nunca fue de hierro.
Esos es todo. Apenas añadir
que a pesar de los años no me quejo
aunque, a veces, me falla el corazón
y emborrona las cosas que más quiero:
sus palabras,
sus labios,
su mirada,
la presencia del hijo…
Los recuerdos.
José Ganivet Zarcos
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