Relato de Ana Mª Galindo (3º ESO-A)
Después de aquello seguí buscando, pero cada vez que estaba a punto de recordar algo de la chica, Gabriel aparecía y mis recuerdos se manchaban de rojo.
Una mañana, en lo que supuse que era el recreo, unos chicos jugaron a la Ouija; y Gabriel y yo decidimos asustarles.
Una multitud de gente muerta se acercó a ellos, pero ninguno parecía querer responder a los chicos. Preguntaron por nuestro nombre y Gabriel contestó, ya que yo no recordaba el mío.
Los estudiantes estaban visiblemente asustados y mi amigo y yo nos empezamos a reír.
-¿Eres el chico que asesinó... a su mejor amigo?
Algo dentro de mí iba mal, recordé la cara de Gabriel ensangrentada y sus manos en el cuchillo. Le miré a su cara decrépita y temblé. Él, mirándome fijamente, movió la pieza del "juego" al sí.
En ese momento lo recordé todo. Mi mente reproduciendo los recuerdos como un casete averiado. Me dolía la cicatriz, recordé la sangre y cómo se salía de mí creando un charco. Recordé a Gabriel llorando, arrepentido de sus acciones. Tumbado en una mesa de la cafetería, recordé a la chica, la vi a mi lado llorar desconsolada, apretándome la mano.
-Tu nombre era Romeo y ella era Julieta. Os di un final distinto a la ficción, pero todo era por amor.
Perdí la razón y todo se volvió negro. Se puede decir que empecé a descansar en paz.
FIN.
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