viernes, 29 de mayo de 2020

Ricardo Alcántara ha leído:

La especie humana
Robert Antelme

En La especie humana, Robert Antelme hace una narración muy personal de su experiencia en los campos de concentración nazis por los que pasó acusado de ser miembro de la resistencia francesa durante el final de la II Guerra Mundial. 
Es una lectura densa y en ocasiones compleja, donde mezcla los tiempos verbales presente y pasado para narrar experiencias del momento que está describiendo o de momentos previos a esa experiencia. Se cuenta que es una obra que escribió de seguido, sin pausas ni descanso para que se supiesen las injusticias cometidas en estos campos por los SS, los kapos de las mafias que se generaban dentro de estos campos y los dueños de las fábricas que había dentro de los campos y que fueron tan famosos por aquella frase de "La verdad os hará libres". 
Es un texto complejo tanto en lo narrativo como en lo filosófico, donde analiza si todas estas crueldades son propias de una especie como la humana o hay varias especies humanas. De hecho me ha ocupado dos meses esta lectura, haciendo que tenga que retrasar el libro del mes de mayo a otro mes que tenga una lectura más ligera (seguramente septiembre). 

jueves, 28 de mayo de 2020

Concurso literario 
"Recuerdos de Granada" 
Fundación Francisco Ayala
Como otros años, alumnos de 1º de bachillerato de nuestro centro han participado en el concurso "Recuerdos de Granada" que promueve la Fundación Francisco Ayala. Este año el fallo del concurso, debido a las circunstancias que estamos viviendo, se ha retrasado al próximo otoño, pero sí que se han seleccionado los textos que serán publicados en la edición del librito de este año. En este enlace puedes consultar estos textos. 
Experiencia personal sobre Covid-19
   ¿Qué se puede decir de vivir una experiencia a nivel mundial?¿Cómo puedo explicar esta catástrofe? Mi madre me ha dicho muchas veces que estamos escribiendo la historia, y aunque yo al principio no le prestaba mucha atención, ahora me doy cuenta de la realidad. 
    A nivel personal me he dado cuenta de lo importante que es la familia, los amigos, las relaciones entre personas, lo difícil es no poder relacionarse con los demás. Sobre todo con nuestros mayores. Nunca pensé que echaría tanto de menos poder abrazar y besar a mis abuelos, echar unas risas con ellos o simplemente charlar.
    Los primeros días de confinamiento estuvieron bastante bien, porque pensaba que eran como unas mini-vacaciones y que pronto volvería todo a la normalidad. Pero conforme iban pasando los días, me di cuenta de que la historia no era así. Así que tuve que poner los pies en el suelo. Empezó el trabajo telemáticamente. Al principio era todo un caos, cada profe mandaba los deberes por distintas plataformas, no tenía muy claro cómo enviar los ejercicios, y una vez enviados no sabía si habrían llegado o no. Hasta que poco a poco fui cogiendo el ritmo. A veces pienso en los compañeros que por desgracia no tienen la misma facilidad para acceder a internet por falta de medios, y me doy cuenta de la suerte que tengo. Echo de menos el instituto, los compañeros, los cambios de clase, los recreos, el esperar ansioso que toque el timbre el viernes a las 2:45 para salir corriendo y despedirme de mis amigos hasta el próximo lunes.
    Al estar en casa me he dado cuenta de muchas cosas a las que antes no prestaba mucha atención, la importancia de colaborar en casa, de cuidarnos, de tener charlas con mis padres y mi hermano, que antes por falta de tiempo no tenía. Hacía tiempo que no nos sentábamos todos a ver una película, a echar unas risas o incluso de jugar al parchís.
     Por otro lado está el lado triste de la historia, cuando poníamos la tele y veíamos lo que estaba pasando fuera de casa. Mucha gente enferma, sanitarios pidiendo ayuda que nunca llegaba, personas muriendo solas sin poder despedirse de sus familias...entonces me di cuenta de lo afortunado que soy por tener a mi familia y poder disfrutar de ella aunque sea en casa, lo importante es estar todos.

Ignacio Jerez Rodríguez 3º ESO-A

miércoles, 27 de mayo de 2020

HAMBRE INTELECTUAL
(Testimonio de Susanna Pechuro)
Como quien padece hambre me lancé a la posibilidad de retomar mis estudios. No hacía ni un mes que me habían liberado cuando me presenté a los exámenes de selectividad. Una vez aprobados, me matriculé en la facultad de Historia de la Universidad de Moscú para continuar el trabajo científico al que se quería dedicar Borís. […]
Me apliqué en los estudios con ímpetu, literalmente como un hambriento que se lanza sobre un pedazo de pan. La vida me ha permitido probar el hambre fisiológica y el hambre intelectual y, de verdad, no sé cuál es peor.
En uno de los campos, en los que a los reclusos nos permitían tomar prestados varios libros cada diez días, me aprendí cuentos, artículos y ensayos enteros de memoria. Luego, durante años, me alimenté de ellos. 

Vestidas para un baile en la nieve
MONIKA ZGUSTOVA

martes, 26 de mayo de 2020

La noche que Wendy aprendió a volar
ANDREU MARTÍN

Roger y Wendy inician una noche rutinaria de guardia. El trabajo empieza con un sesenta, el código que alerta de un asesinato, pero este caso no será para nada corriente. El homicidio les lleva a descubrir una cámara secreta que esconde extrañas piezas de colección, de donde ha desaparecido una joya, cuyo robo nadie quiere denunciar. Una novela trepidante en la que la joven Wendy tendrá que enfrentarse, a solas, a unos peligrosos asesinos; tendrá que correr, luchar y utilizar la pistola; conocerá el fondo del mar, saltará abismos pavorosos y verá la muerte de cerca. Esta será la noche en la que Wendy aprenderá a volar.

lunes, 25 de mayo de 2020

Versos sueltos
...Y a tu alcance

Adivínase el dulce y perfumado
calor primaveral;
los gérmenes se agitan en la tierra
con inquietud en su amoroso afán,
y cruzan por los aires, silenciosos,
átomos que se besan al pasar.

Hierve la sangre juvenil, se exalta
lleno de aliento el corazón, y audaz
el loco pensamiento sueña y cree
que el hombre es, cual los dioses, inmortal.
No importa que los sueños sean mentira,
ya que al cabo es verdad
que es venturoso el que soñando muere,
infeliz el que vive sin soñar.

¡Pero qué aprisa en este mundo triste
todas las cosas van!
¡Que las domina el vértigo creyérase!
La que ayer fue capullo, es rosa ya,
y pronto agostará rosas y plantas
el calor estival.

ROSALÍA DE CASTRO   (1837 – 1885)

miércoles, 20 de mayo de 2020

"Hay que bregar"

En la correspondencia de León Tolstói leí hace muchos años algunas frases que me causaron una enorme impresión. En una carta a Alexandra Tolstaia, leemos: “Me muero de risa cuando recuerdo que pensaba –y tú resulta que lo sigues pensando aún hoy- que uno puede hacerse un pequeño mundo dichoso y honrado en el que con tranquilidad, sin errores, sin arrepentimiento, se vive despacito haciendo sin prisa y a conciencia sólo lo que es bueno. ¡Es ridículo! No se puede, abuelita. Lo mismo que no se puede estar sano sin movimiento, sin gimnasia. Para vivir honestamente, hay que bregar, perder el camino, luchar, equivocarse, empezar, abandonar, de nuevo empezar y de nuevo abandonar, y luchar y perder eternamente. Y la tranquilidad es una bajeza del espíritu”. 

En la belleza ajena. ADAM ZAGAJEWSKY

martes, 19 de mayo de 2020

Recomendación "en azul"

Una vida mejor
ANNA GAVALDA

Dos historias, una misma elección. Mathilde y Yann son dos jóvenes infelices con una vida anodina y sin dirección; dos jóvenes de nuestro tiempo, hastiados y a la vez hambrientos, educados y rabiosos,
personas comunes y a la vez los héroes de las dos historias que comprenden esta obra, pues prefieren arriesgar y escoger una vida equivocada a no vivir vida alguna.

lunes, 18 de mayo de 2020

Versos sueltos
...Y a tu alcance
         
 Viento de primavera

Ni aun el cuerpo resiste
tanta resurrección, y busca abrigo
ante este viento que ya templa y trae
olor, y nueva intimidad. Ya cuanto
fue hambre ahora es sustento. Y se aligera
la vida, y un destello generoso
vibra por nuestras calles. Pero sigue
turbia nuestra retina, y la saliva
seca, y los pies van a la desbandada,
como siempre. Y entonces,
esta presión fogosa que nos trae
el cuerpo aún frágil de la primavera,
ronda en torno al invierno
de nuestro corazón, buscando un sitio
por donde entrar en él. Y aquí, a la vuelta
de la esquina, al acecho,
en feraz merodeo,
nos ventea la ropa,
nos orea el trabajo,
barre la casa, engrasa nuestras puertas
duras de oscura cerrazón, las abre
a no sé qué hospitalidad hermosa
y nos desborda y, aunque
nunca nos demos cuenta
de tanta juventud, de lleno en lleno
nos arrasa. Sí, a poco
del sol salido, un viento ya gustoso,
sereno de simiente, sopló en torno
de nuestra sequedad, de la injusticia 
de nuestros años, alentó para algo
más hermoso que tanta
desconfianza y tanto desaliento,
más valiente que nuestro 
miedo a su honda rebelión, a su alta
resurrección. Y ahora
yo, que perdí mi libertad por todo,
quiero oír cómo el pobre
ruido de nuestro pulso se va a rastras
tras el cálido son de esta alianza
y ambos hacen la música
arrolladora, sin compás, a sordas,
por la que sé que llegará algún día,
quizá en medio de enero, en el que todos
sepamos el porqué del nombre: “viento
de primavera”

                            CLAUDIO RODRÍGUEZ
                                          

domingo, 17 de mayo de 2020

El cerco de Santa Fe  
Alumnado de Artes Escénicas 4ºESO-B
Vivir el Patromonio

Rescatamos una leyenda de Santa Fe  recreada  en  la comedia de Lope de Vega  El cerco de Santa Fe y la ilustre hazaña de Garcilaso
¿Quién fue Tarfe? ¿Quién fue Hernando del Pulgar? 
      
Próxima Ruta el curso que viene

Vídeo realizado por Jose David Castro 4º B           

miércoles, 13 de mayo de 2020

"Irradiaba belleza"
Testimonio de Susanna Pechuro en 
Vestidas para un baile en la nieve 
MONIKA ZGUSTOVA

Lina (así se llamaba la señora, que era española) meneó pensativamente la cabeza. Luego supe que era la mujer de Serguéi Prokófiev. Pero nunca alardeó de ello, si bien se sentía orgullosa de su marido. […]
Lina se me ha quedado grabada en la memoria –exclama Susanna ante un recuerdo grato-: una mujer fuerte, tenaz y desdichada. Cuando la conocí, trabajaba pelando patatas heladas. Se pasó cuatro años así: se levantaba a las seis de la mañana para coger un cuchillo desafilado (en la cocina no había otros) y hasta la noche pelaba una enorme montaña de patatas duras, medio congeladas y, de hecho, imposibles de pelar, patatas que representaban la base de la alimentación de todo el campo de mujeres y del vecino campo de hombres. 
Aparte de que las mujeres educadas y cultas vivían más que las otras chicas, Lina era un personaje. Emanaba de ella una vida interior rica, irradiaba belleza, energía y vitalidad mental, aun cuando en el campo de trabajo solía estar triste y, como la mayoría de las mujeres, sufría depresión. Vivía como en una pesadilla, como si no pudiera creer lo que le había pasado. 
Pero lograba percibir belleza a su alrededor, algo que la mayoría de la gente era incapaz de hacer; durante los seis meses de invierno, cuando más allá del círculo polar no sale el sol, veíamos cómo de pronto Lina se detenía y contemplaba el cielo: si este estaba despejado, la aurora boreal se revolcaba perezosa en él cual animal salvaje y les restaba brillo a las estrellas. Cuando se acercaba la primavera y un par de horas al día nos alumbraba un cielo rojo oscuro, Lina se embebía de él como el sediento en el desierto al que le dieran de beber. En otoño, iba al bosque a tirar la basura sin hartarse jamás de contemplar los pequeños y amarillentos alerces, los únicos árboles que allí crecían. […] En verano recogía flores silvestres del bosque al que iba a tirar la basura del campo sin fijarse en las moscas y en los enormes mosquitos que nos picaban. Después la repartía entre las demás: compartió siempre todo cuanto tenía. Cuando recibía un paquete de sus hijos (nos estaba permitido una vez al año), repartía a partes iguales entre sus amigas lo que quedaba después de que los vigilantes lo saquearan.

Vestidas para un baile en la nieve. MONIKA ZGUSTOVA

martes, 12 de mayo de 2020

El río baja sucio
DAVID TRUEBA
Dos amigos, un río contaminado y unas vacaciones que cambiarán sus vidas para siempre.«Seguro que eres de los que creen que saben cómo es un cadáver. Aunque jamás hayas visto la vida evaporarse de un cuerpo al morir. Seguro que eres de los que piensan que conocen la mirada de un asesino. Aunque jamás hayas cruzado tus ojos con los de uno. Seguro que eres de los convencidos de que distinguirían entre mil a aquel que un día le quitó la vida a otro. Yo también era como tú no hace demasiado tiempo, cinco, seis años atrás, cuando sucedió lo que te voy a contar. Ahora tengo diecinueve años y ya no soy del todo aquel niño de casi catorce».Las vacaciones de Semana Santa de Tom y Martín suelen ser bastante predecibles. En la sierra, con sus familias, los amigos, las bicis, el río, la naturaleza... Nada demasiado memorable salvo el reencuentro, que les permite disfrutar de la amistad que los une desde que eran pequeños. Sin embargo, ahora, con casi catorce años ;en lo que parece que van a ser sus últimas vacaciones juntos;, el destino les tiene reservado algo que cambiará para siempre su percepción del mundo. 

lunes, 11 de mayo de 2020

Versos sueltos
...Y a tu alcance

ROMANCE DEL PRISIONERO

Que por mayo era, por mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan 
y están los campos en flor, 
cuando canta la calandria 
y responde el ruiseñor, 
cuando los enamorados 
van a servir al amor; 
sino yo, triste, cuitado, 
que vivo en esta prisión; 
que ni sé cuándo es de día 
ni cuándo las noches son, 
sino por una avecilla 
que me cantaba el albor. 
Matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón. 

Romancero

miércoles, 6 de mayo de 2020

La bendita rutina del barco 
(fragmento)
Foto: Daniel López García
                                                          
Nadie en mi país me ha preguntado por los libros que recomendaría ahora, pero sí en Francia y en Grecia […]. 
Me he inclinado por dos obras que traduje hace largo tiempo y que me “confinaron” del modo descrito. Una es una de las mejores de Joseph Conrad —lo cual es como decir de la historia de la literatura— y no es una novela, sino sus recuerdos y reflexiones sobre la vida marinera que llevó antes de atreverse a empuñar la pluma. El espejo del mar, de 1906, lo paladean enormemente los aficionados a navegar, pero creo que también cualquiera que jamás haya zarpado en una embarcación. Y encierra enseñanzas sobre cómo sobrellevar los prolongados encierros en los veleros decimonónicos: los marinos sí que son gente acostumbrada a no moverse de un único espacio al que acechan peligros y adversidades.
El confinamiento me pilló lejos de mi biblioteca y de ese volumen, así que a franceses y griegos fui incapaz de brindarles una cita literal. Recurrí a la memoria y les ofrecí una reelaboración: “Lo que salva al marino cuando se embarca”, parafraseé, “y sabe que no retornará al puerto de partida durante un año o dos, es la rutina, la bendita rutina. Al cabo de unos días de desconcierto y oscuridad del ánimo, el marino sabe lo que le toca hacer cada jornada, aunque sea siempre igual, y lo hace como si eso fuera lo más importante del mundo o lo único, y tener esa tarea por delante lo salva de la soledad, el encierro, los pensamientos sombríos y la desesperación que intermitentemente lo volverá a asaltar”
Más tarde he buscado en internet, y he dado con unos párrafos de mi traducción que no sé si son otros que el que yo reelaboré. Dice Conrad en ese texto: “Algunos capitanes de barco marcan su partida de la costa nativa contristados, con un espíritu de pesar y descontento. Tienen mujer, tal vez hijos, alguna querencia en todo caso, o quizá solamente algún vicio predilecto que debe dejarse atrás durante un año o más … La rutina del barco es una medicina excelente para los corazones dolidos y también para las cabezas doloridas; yo la he visto calmar a los espíritus más turbulentos. Hay salud en ella, y paz, y satisfacción por la ronda cumplida, porque cada día de la vida del barco parece cerrar un círculo dentro de la inmensa esfera del horizonte marino. La majestuosa monotonía del mar le presta su similitud y con ella una cierta dignidad … En ningún sitio se sumergen en el pasado los días, las semanas y los meses más rápidamente que en el mar. Parecen quedar atrás con tanta facilidad como las ligeras burbujas de aire en los remolinos de la estela del barco, y desaparecer en un gran silencio por el que el navío avanza con una especie de efecto mágico.
Muchos no tienen hoy tareas con las que engañar al tiempo, pero siempre se pueden inventar, las que sean, y aplicarse a ellas como si fueran lo más importante del mundo, o lo único que cabe en él, confiando en que la mayoría volveremos al puerto de partida, alguna vez.

JAVIER MARÍAS, 26 de abril de 2020.

martes, 5 de mayo de 2020

Recomendación "en verde"

La edad de la ira
NANDO LÓPEZ
A partir del drama desencadenado por Marcos, un chaval de dieciséis años, que hace correr ríos de tinta en todos los medios, un periodista inicia una investigación en el instituto donde estudiaba el chico. A través de los testimonios de profesores y compañeros, el lector irá descubriendo las razones de la aparente locura de Marcos.
Impactante, con afán polémico y mucha inteligencia, Fernando J. López ofrece una versión veraz y poco complaciente de la vida en las aulas, un mundo con reglas propias y donde los adolescentes pasan buena parte del día, volcando sus ansias de vivir, sus contradicciones y sus frustraciones y donde, sin que los adultos encargados de su educación se den cuenta, estallan conflictos de consecuencias catastróficas.

lunes, 4 de mayo de 2020

Versos sueltos
...Y a tu alcance


ALEGRÍA

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

 JOSÉ HIERRO

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