sábado, 28 de mayo de 2022

 Taller de escritura 

A lo largo de varias sesiones en este mes de mayo, los alumnos de 3º ESO han participado en un taller de escritura en el que se han abordado de forma creativa la narración y la poesía. Sin duda, una experiencia que conviene continuar para que dé todo su fruto. 




viernes, 27 de mayo de 2022

 Fundación Fco. Ayala, "Recuerdos de Granada", 2022

BAJO EL ALMENDRO

Hamza Dinshah - 1ºBach-B

Lo recuerdo todo. Lo recuerdo todo como si fuera ayer, como si lo hubiera inventado, como si aún no hubiera acabado. Pero no, ahora solo era un recuerdo, fruto de mi memoria. Pero ni eso, ya que no era un simple recuerdo, sino una tinta sellada en mi corazón que permitió a mis ojos conocer el mundo, el mundo de verdad.

Han pasado ya cuatro años, y aún no se me olvida el sonido de las asas y las ruedas de las maletas. Todavía veo a mi padre, con los ojos hinchados de lágrimas, alejándose de mí, o yo de él, hasta desaparecer entre los hombres de negocios y azafatas. Ahora éramos tres: mi madre, mi hermana y yo, sin contar las siete maletas que nos seguían por detrás. 

Nos subimos al avión, los tres pegados a la ventana, viendo cómo la aglomerada ‘City of London’ cada vez parecía más chica, hasta que nos perdimos en las nubes, en dirección hacia el sol. Recuerdo que fue el peor viaje de mi vida, y eso que a mis dieciséis años he viajado bastante; es la ventaja de tener una ex-azafata como madre.

Llegamos a Málaga en un abrir y cerrar de ojos, y no miento cuando digo que me arrepentí de haberme puesto camiseta, jersey, sudadera y chaqueta. Al bajar del avión, llegó la ola de calor golpeándome en la cara y secando mis lágrimas. Considerando que septiembre en Londres no tenía nada que ver con eso, ¡era increíble! ¡Buah! ¡Qué cambiazo de paisaje! Al mirar por la ventana desde los intimidantes rascacielos y ver océanos verdes, pero no el verde de los campos británicos, sino el verde plateado de la preciosa hoja de olivo. El olivo, poseedor del oro de estas tierras. Mi madre siempre ha dicho que los campos de olivos de Andalucía le recuerdan mucho la cabeza de un niño senegalés.

Llegamos a Tocón, un pequeño pueblo en la provincia de Granada. Allí tuvimos que alojarnos en un piso simple, mientras se firmaban todos los papeles legales de la casa que habíamos comprado. Sólo teníamos una semana para prepararnos, antes de que comenzara el instituto. Fue una de las experiencias más duras de mi vida. Entre lo de vivir en un pueblo perdido del sur de España, donde no se entendía nada y tener que viajar media hora para ir al instituto cada día…parecíamos extraterrestres perdidos en el desierto…solos.

La verdad es que no me acuerdo mucho de mis primeros meses en el instituto, sólo que todos eran españoles blancos de clase media/baja, y que yo no entendía nada. ¿Por qué me sorprendía que fueran todos blancos? Pues porque venía de una ciudad con una gran diversidad e interculturalidad, donde la mitad de los alumnos de mi clase eran indios, y la otra mitad, africanos del este. 

También me acuerdo de algo bastante importante, que me dio mucho apoyo durante toda la horrible etapa de educación secundaria obligatoria en Moraleda de Zafayona (así se llama el pueblo donde estudié): tener buenos maestros. No buenos, ¡eran los mejores! Las ganas que tenían de enseñar, y la preocupación que tenían por sus alumnos, con lo malos que eran. Ojalá los alumnos pudiéramos acercarnos más a los profesores que admiramos.

No fue hasta el 1 de diciembre de 2017 cuando por fin nos mudamos al hermoso cortijo en medio del campo de Moraleda de Zafayona. Tampoco era el fin de nuestros problemas, sino sólo el comienzo, pero todo eso es otra historia.

Era mucho mejor que Tocón y, claro, muchísimo mejor que Londres. Sólo faltaba mi padre, todavía no habíamos perdido las esperanzas de que un día volviera con nosotros para siempre. Pero claro, tenía que cuidar de mi abuela; ‘las madres siempre son las más importantes’. Yo admiro muchísimo a mi madre, con lo duro que habrá sido para ella estar sola en un país extranjero, día tras día, sin ni siquiera sus hijos. Por eso, ella deseaba ante todo que llegaran las vacaciones.

Fue más o menos a partir de las vacaciones de Navidad del mismo año, cuando empezamos a sentirnos como en casa. Incluso tuvimos a nuestra primera mascota, una perra, Reina. Mi Reina. Tristemente, ahora es un simple recuerdo, igual que todo lo que estoy contando, pero bueno ahí llegaremos todos algún día. En ese momento, era mi única amiga. No corría, ni jugaba, pero se sentaba a tu lado y te hablaba nada más con la mirada. De hecho, ese fue el gran recuerdo de todo este viaje lleno de locuras y de lágrimas.

Fue bajo un almendro, en el cumple de mi hermana. Estaba tumbado en la hamaca, con Reina a mi lado. Y simplemente son sus ojos entintados, me abrió el corazón, y por fin, comprendí. Una mudanza es un gran cambio, pero no es ‘el’ cambio. El cambio de verdad ocurre dentro de nosotros mismos, en nuestra perspectiva de la vida.

Y entonces así, pude conocer al mundo…el mundo de verdad.




jueves, 26 de mayo de 2022

FUNDACIÓN Fco. AYALA, "Recuerdos de Granada", 2022

MI MADRINA

Miguel Fuentes Cruz - 1º Bach-A

Durante toda mi niñez y lo que llevo de adolescencia siempre he tenido una relación muy cercana con mi madrina, la hermana menor de mi madre. Una mujer simpática, amable y con una paciencia que aún no puedo entender.

Pasé mucho tiempo con ella cuando era niño, me gustaba mucho que jugara conmigo porque no me trataba de esa forma especial con la que se trata a los niños, poniendo un tono de voz ridículo y acercando mucho la cara al hablar, no, ella me trataba como a un niño más mayor y eso me hacía sentir importante.

Recuerdo con muchísimo cariño una caja de libros ilustrados que me leía cuando era pequeño, eran libros muy simples y cortos, uno con cada letra del abecedario y unas ilustraciones que me encantaban, ella los leía con una entonación y un ritmo que me relajaban mucho y mantenía mi atención.

Siempre he pensado que tiene un don para tratar con los niños, pues, aparte de sus tres hijos y sus sobrinos, también trabajó como maestra en una guardería y en la biblioteca del pueblo en el que vivo, esto último lo recuerdo más claramente, pues ya era yo más mayor. Recuerdo esas tardes frías y nubladas de invierno en las que mi hermano y yo nos llevábamos la merienda, que solía ser una bolsa de patatas, a la biblioteca y ayudábamos a mi tía con las estufas, las luces y las ventanas. Como el pueblo es pequeño no frecuentaba la biblioteca mucha gente, solo los niños que iban a hacer los trabajos que recibían por la mañana en el colegio.

Nosotros dos llegábamos siempre a la hora de apertura, por lo que el ambiente de la biblioteca era oscuro y frío, te entraba esa sensación de congelación en los dedos que impide el normal funcionamiento de los mismos, nos quedábamos los tres mirando algún libro de poemas absurdos y riéndonos hasta que llegaba algún niño. Mi tía organizó varias sesiones de manualidades con los más pequeños para entretenerlos y todos lo pasaban bien.

Cuando nació su tercer hijo yo ya tenía la suficiente edad y sabiduría como para encargarme de los cuidados de este por un rato sin dejar que le pasara nada malo, en muchas de las reuniones familiares mi tía delegaba en mí esa responsabilidad y yo con toda la ilusión y el cariño del mundo cumplía con mi misión de la mejor forma posible, en mis tareas como cuidador aprendí mucho y considero que maduré en la medida de lo posible.

A medida que fui creciendo se fue formando una relación de complicidad entre mi tía y yo, ella me enseñó muchas cosas y gracias a ella fui aumentando mi abanico de gustos, chistes y culturilla general. Con ella comparto mi fanatismo por películas como “Harry Potter” o “Pesadilla antes de navidad”, mi carácter más burlesco y muchas de las bromas que ella misma me enseñó.

Recuerdo esas tardes en pijama jugando a esos típicos videojuegos para cuatro personas, ese ambiente de risas e intentos de sabotaje para que otro perdiese en el juego y poder salir victorioso. Y recuerdo también la ilusión que sentía cada vez que ella usaba su maravilloso talento en la repostería para hacerme una tarta personalizada en mi cumpleaños.

Son innumerables todos los buenos momentos que he pasado con ella, todas las lágrimas que se me han escapado de la risa y todas las cosas que me ha enseñado.


Decidí escribir sobre mi tía porque me siento infinitamente agradecido por todo lo que ha hecho por mí, por el cariño que me ha dado todos estos años, por haber contado conmigo y por ser una persona tan tan maravillosa y llena de alegría, de vida y de ilusión.

No todo el mundo puede contar con familiares que le apoyen, pero, por suerte, yo sí y me siento muy afortunado por ello.

Espero que este breve fragmento de mis jóvenes y poco experimentadas memorias suponga el reconocimiento que merece.


miércoles, 25 de mayo de 2022

Fundación Fco. Ayala, "Recuerdos de Granada", 2022

UN TALENTO NACIDO DE LA SOLEDAD

Irene Santiago Cortés - 1º Bach - C

Digamos que mi infancia no fue fácil, crecí en un ambiente bastante deprimente que más adelante me dejaría varios traumas que a día de hoy me siguen doliendo. Sufrí bastante bullying por parte de mis compañeros de clase durante toda mi estancia en infantil, primaria y la ESO. Su acoso consistía en llamarme gorda, fea, bola de grasa, vaca, foca y muchísimos más nombres e insultos que terminaron por hundirme la autoestima y la confianza en mí misma, parecía que cada día buscaban un nuevo insulto con el que referirse a mí. Este problema a ojos de mis profesores y mis padres nunca fue algo grave ni algo que debiera tratarse como tema serio, siempre ponían como excusa la típica frase de "son cosas de niños"... Cada vez que escuchaba aquello me quedaba pensando en por qué acosar a alguien era considerado algo normal entre los niños. 

Sentí que mi vida iba cada vez a peor y que no tenía escapatoria del agujero tan profundo al que me habían tirado... Hasta que descubrí el dibujo, una forma bastante relajante para distraerme de aquellos problemas. Empecé dibujando paisajes como playas o bosques, sitios que me transmitían paz y conseguían calmarme con tan solo mirarlos. Luego me atreví a dibujar personas, para algunos puede parecer algo difícil, pero para mí era bastante simple captar todos los detalles y plasmarlos en el papel. Seguí dibujando durante años, hasta me llegué a plantear crear mi propio cómic o manga; el poder enseñar a todo el mundo mi arte y ver su satisfacción en sus rostros me impulsaba aún más a dibujar y a mejorar con ello.

Para mí el dibujo fue una especie de terapia, una ayuda con todo lo que me rodeaba, no significa que borrara por completo mis problemas pero al menos me ayudó a llevarlos mejor. Se puede decir que fue un talento creado por la tristeza y soledad, pero que me ayudó a combatirlas.



martes, 24 de mayo de 2022

Fundación Fco. Ayala, "Recuerdos de Granada", 2022 

Los abuelos son lo mejor del mundo

María Caballero Quesada

Cuántas veces habremos escuchado a lo largo de nuestras vidas la famosa frase. En aquel momento yo pensaba que no me identificaba con esa afirmación porque no estaba muy apegada a ellos. 

Mis abuelos maternos siempre fueron distantes ya que vivían lejos de nosotros, en cambio, los paternos los sentía más cercanos porque vivían enfrente de nuestra casa; aunque, tenían especial aprecio por mi prima. 

El primero en fallecer fue mi abuelo paterno con el cuál apenas tenía relación. Aquel verano lo recuerdo como uno de los peores vividos debido al ambiente y por el hecho de no haber podido irnos de vacaciones. Nadie tenía ganas. Mi abuela fue quien peor lo pasó, ya que la pobre pasó de vivir con su marido a pasar la noche y el día sola. Aparte del fallecimiento de su marido, fue una época dura porque se encontraba enferma. A sabiendas de aquella falta de cariño, mi papá y sus dos hermanos empezaron a turnarse para acompañarla, ir controlándola y que no pasara las noches sola. 

Entonces fue ahí cuando me di cuenta. Un día de sol, a finales de agosto, mi mamá me pidió que fuera a llevarle una bolsa con gran variedad de frutas a mi abuela. Como era de esperar, yo con 10 años me quejé porque prefería quedarme en mi casa en vez de ir. Ella, ya enfadada me regañó añadiendo que no había hecho nada en ese día. Yo cansada de que me regañase, bufé e indignada cogí la bolsa. Bajé las escaleras, crucé el portón y llegué. Cuando entré, oí a mi tito quejándose de que él ya no se podía quedar a dormir más tiempo porque vivía en Granada capital y no podía ir y venir cada dos días debido a su trabajo, alegando que ellos podrían hacerlo solos. Eso me dio que pensar, aunque a falta de conocimiento me callé, solté la bolsa y me fui a mi casa.

Mientras subía las escaleras, se me ocurrió la idea de preguntarle a mi mamá si esa noche me podía quedar yo a dormir con mi abuela; esta se sorprendió, ya que de pequeña, cuando me quedaba allí acababa llorando. Mi mamá, tras salir de su “trance”, me explicó que ella no podía tomar tal decisión, que le preguntara a mi papá (cosa que hice). Él acabó hablando con sus hermanos y estos cedieron. 

Recuerdo la expresión de mi abuela cuando se enteró, así como su forma de sonreírme dulcemente y decirme que le hacía mucha ilusión… Yo levemente sonrojada correspondí a su sonrisa. Ahí empezó todo.

Empecé a pasar los días en mi casa mientras aún el sol brillaba y por las noches me iba a su casa a dormir. Había días en los que no cenaba en mi casa porque la comida que había no me gustaba y sobre las nueve y media de la noche, cuando cruzaba la calle, ella me preguntaba si había cenado, y en el caso de que le dijera que no, ella me hacía la cena.

A lo largo de nuestra vida, nuestra memoria escoge los recuerdos  que consideramos más importantes, a día de hoy yo diría que este es uno de ellos. 

Por desgracia, varios de estos buenos recuerdos finalizaron tras su muerte.Si me preguntasen, afirmaría con seguridad que hasta ahora, su muerte fue el peor momento que he podido vivir. 

Pero aún así, sin estar ella presente, lo más raro pero bonito que ocurrió tras su fallecimiento fue el día que mi papá llegó con una foto en blanco y negro y, apurado, le preguntó a mi madre quién creía que era. Esta, atónita por el parecido que yo tenía con la muchacha de la foto respondió que no lo sabía. La respuesta de mi papá hacia ella fue obvia, aclarándole que se parecía mucho. Entonces se giró, me la enseñó y respondió mirándome con una sonrisa '' es tu abuela''. Asombrada por lo que acababa de escuchar, le arrebaté la foto y la vi detenidamente, parecía que era yo en la época de los 40.

A día de hoy puedo afirmar que aunque tu presencia en mi vida fue corta, eres y serás lo mejor que me ha pasado; que, aunque con miedo de llorar ante tu recuerdo, lo que me queda es una gran sonrisa. Así pues, puede que al fin y al cabo ese vacío que hubo ya no esté y puede que ahora la chica de la sonrisa contagiosa sea yo gracias a ti. 

Ahora querido lector déjame decir con vigor: 

"Los abuelos son lo mejor del mundo".




lunes, 23 de mayo de 2022

Fundación Fco. Ayala, "Recuerdos de Granada", 2022 

VACACIONES EN EL PUEBLO DE MI ABUELA

Jesús Romero Sánchez - 1ºBach - C

Lo que más recuerdo de mi infancia son las vacaciones en la casa de mi abuela materna que se llama Encarnación. Me acuerdo cuando me iba allí unos cuantos días y estábamos como unos nueve primos, todos de diferentes edades y solo una persona que nos cuidaba, mi abuela.

Casi siempre nos levantábamos a la misma hora, sobre las nueve de la mañana, menos mi prima Mónica  que se levantaba sobre las ocho y mi abuela que se levantaba a las siete. Recuerdo bajar los dos pisos de la casa de mi abuela y encontrármela en la cocina haciendo el desayuno para todos. Siempre con esa maravillosa sonrisa. Algunas veces eran tostadas, otras, churros, pero fuera lo que fuera, lo hacía con el corazón. Cuando terminábamos de desayunar nos íbamos siempre casi todos los primos a jugar, ya fuese a construir casitas con cartón para los polluelos, o a hacer colonias con agua y plantas. Íbamos al campo a subirnos encima de un olivo y a hacer como si fuera nuestra casa, las aceitunas eran las monedas, siempre estábamos jugando.

Cuando llegaba la hora de comer íbamos todos a casa de mi abuela y al llegar siempre estaba la mesa puesta y con los platos preparados. Cuando terminábamos de comer nos acercábamos a un bar a por un helado y después no echábamos una siesta. Bueno, yo en verdad casi nunca dormía siesta sino que me iba a jugar con los gatos, con los polluelos o a hacer el gamberro, es decir, a gastarles bromas a mis primos, aunque casi nunca funcionaban porque, como yo era el menor, ya se sabían todas las bromas.

En cuanto se despertaban mis primos nos íbamos al supermercado para pedirle las llaves de su casa y meternos en su piscina. Cuando nos las daban nos íbamos todos con mi abuela y allí nos pasábamos toda la tarde jugando a ``Marco Polo´´, al ``Cocodrilo´´ y a todas esas cosas que se juegan en las piscinas. Rara era la vez que yo no estaba dentro de la piscina, de hecho siempre era el último en salir. Después nos volvíamos a casa.

Al llegar nos teníamos que duchar los nueve primos y la abuela, y casi siempre yo me quedaba sin agua caliente pero no me importaba. Mientras que nosotros nos duchábamos, mi abuela hacía la cena. Cenábamos todos juntos, después veíamos la televisión y nos íbamos a dormir…Cuando subíamos a los dormitorios, dormíamos ocho primos en una habitación y mi abuela con mi prima Mónica en otra.

Nunca nos dormíamos a una buena hora porque claro mis primos mayores contaban historias y chistes y hacían ´´El Golum´´, que era meterse debajo de las camas y asustarnos. 

La verdad, echo mucho de menos  esos tiempos de felicidad con mis primos y con mi abuela porque la vida va pasando, nos vamos haciendo cada vez más mayores y no nos vamos dando cuenta, pero hay que valorar muchísimo más a la familia.





sábado, 21 de mayo de 2022

 Taller de radio

En este mes de mayo se ha venido realizando en nuestro centro un taller de radio al que han asistido alumnos de 4º ESO y 2º ESO. Durante las sesiones han aprendido a transmitir noticias, publicidad, han llevado a cabo lecturas expresivas, etc. Ha sido muy enriquecedor. 





viernes, 20 de mayo de 2022

 Visita cultural a Granada

3º ESO - C. 2º PMAR

El jueves 19 de mayo, los alumnos de 3º ESO y 2º PMAR realizaron una salida a Granada acompañados de las profesoras Josefa Jurado y Mª Angustias Augustin, así como de la guía Sabina, que nos fue explicando muchas cosas curiosas y significativas de monumentos y enclaves de Granada. Empezamos en la Plaza Bib-Rambla, Plaza de las Pasiegas, Catedral, Capilla Real, Alcaicería y Corral del Carbón. Por La Calderería subimos hasta al Albayzín, Plaza de San Nicolás y bajada por la cuesta del Chapiz. De vuelta al autobús los alumnos y alumnas tuvieron ocasión de ver la Feria del Libro y de comprar algún ejemplar. Una jornada muy provechosa, a pesar del calor. 



martes, 10 de mayo de 2022

lunes, 9 de mayo de 2022

Encuentro literario con 

Victoria Eugenia Muñoz Jiménez

"Huyendo a Granada"

El viernes 6 de mayo, según lo previsto, nos visitó la escritora granadina Victoria Eugenia Muñoz Jiménez, autora del libro Huyendo a Granada, una interesante historia ambientada en el Reino de Granada del siglo XV. Asistieron al encuentro los alumnos de 4º ESO que previamente habían leído la novela y que pudieron conocer de primera mano el porqué de la historia y su sentido último. 
La autora invitó a los alumnos a participar a la vez que amenizó su charla con material audiovisual ameno y muy didáctico.
Damos las gracias a Victoria Eugenia por su novela y por su generosidad, así por haber mantenido su compromiso, puesto que este encuentro estaba previsto para el 13 de marzo de 2020, justo el día que empezó el confinamiento y que no fue posible llevarlo a cabo. 


 RESEÑA de "A TRAVÉS DE MI VENTANA"

Natalia Ruiz, Andrea  García, Nuria Sánchez



viernes, 6 de mayo de 2022

 RUTA LITERARIA Y URBANA POR GRANADA

Los alumnos y alumnas de 1º Bach-C realizaron el jueves, 5 de mayo, una ruta por enclaves históricos de Granada especialmente relacionados con poetas muy relacionados con nuestra ciudad. 






miércoles, 4 de mayo de 2022

 Mariana, los hilos de la libertad

JOSÉ CALVO POYATO

Granada, 1828. En la España que vive los últimos años del reinado de Fernando VII se endurece la persecución contra los liberales. Mariana de Pineda, mujer poco convencional para su época, se encuentra en el punto de mira de quien simboliza la represión política en Granada: Ramón Pedrosa.

El desarrollo de los acontecimientos -reuniones clandestinas, persecuciones nocturnas-, en una Granada que fascina a sus visitantes, llevará a Mariana a arriesgar su vida por defender sus principios. Sus ansias de libertad la enfrentarán a todo lo que representa un monarca caprichoso y cruel.

Al tiempo que Mariana conspira para que se proclame la abolida Constitución de 1812, en Granada cunde la inquietud. Unos asesinatos sacuden la vida de la ciudad. El agente Antonio Diéguez, a las órdenes de don Matías Marculeta, es el encargado de esclarecer unos crímenes en que las víctimas parecen penitenciados del Santo Oficio. La gente llama al asesino «el verdugo de la Inquisición».

José Calvo Poyato realiza una magnífica recreación de esos años de nuestra historia y centra su mirada en una mujer apasionante. En Mariana, los hilos de la libertad crea una trama de intriga al tiempo que construye una novela sobre el valor, la lealtad y lo que significa defender hasta el final los ideales propios.

                                                              La Casa del Libro

Relato ganador del 

XVII Certamen de relato corto

Categoría B

LUCÍA ARAGÓN CARRASCO - 4º ESO-B

Salvados

Cada segundo que pasaba podía sentir mi corazón latir con más fuerza que antes. Realmente no sabía de qué era, si de emoción o de miedo. En un intento  de distraerme, miro la larga cola que estaba formada delante de mí, y lejos de relajarme me puse más nervioso aun si cabe. ¿Qué pasa si no me da tiempo a salir del país? ¿Moriré en este aeropuerto?

Trato de mantener la calma, este no es momento para llorar, no tengo ningún derecho a llorar. De repente ese miedo del principio que aprisionaba mi garganta, viaja hacia mi estómago provocando un dolor insoportable de culpa. ¿De verdad debería irme? ¿Es eso lo correcto? 

La cola se mueve y doy un paso adelante. No, no lo es, estoy siendo un cobarde, juré proteger mi país, hice una promesa y aquí estoy, en la cola de un aeropuerto a punto de irme directo a España. Todavía recuerdo la última mirada que Zevec me lanzó. Decepción y furia que crecían con cada palabra de excusa que salía de mi boca al explicarle por qué me iba.

Cierro los ojo con fuerza, ¿quiero hacer esto? ¿De verdad quiero huir? ¿Dónde está aquel joven que se entrenó durante semanas junto a sus amigos para proteger su patria? Creo que murió el mismo instante en que su casa fue atacada por las bombas rusas.

Hasta ese entonces, realmente creía que podíamos hacer algo, realmente pensé que teníamos una oportunidad de ayudar. Pero tan rápido como mi propia casa se derrumbó encima de mí, comprendí mi error. Finalmente entendí el porqué, mi hermano quería que fuera con él a España. 

Doy otro paso. Traté de convencer a Zevec de que viniera conmigo, de que fuéramos  cobardes juntos, pero él se negó, no sé si fue por estupidez o por orgullo, pero lo hizo. 

Aprieto el asa de la bolsa de plástico que llevaba con las pocas cosas que pude salvar. Quizás yo sobreviviré, ¿pero y él?

¿Existe una mínima oportunidad de que algún día vuelva a ver a mi mejor amigo? No lo sé y la incertidumbre hace que mi cuerpo tiemble y palidezca. Quizás esto es un error, quizás deba quedarme con él y pasar nuestro últimos momentos de vida juntos, luchando por nuestra patria, ¿pero estoy preparado para la muerte? No, está claro que no. Si fuera así, no estaría en este aeropuerto, huyendo de mis promesas y de la parca.

Doy otro paso y otro y otro y ya estoy enfrente del mostrador.

­-Buenas, señor, deme su pasaporte. – dijo la amable mujer – .

Este es el punto sin retorno. Haga lo que haga estaré condenado. Miro hacia atrás y veo las caras de la gente, esa gente que había pasado por lo mismo que yo, y que seguramente sentían lo mismo que yo. La desesperación en sus rostros me hizo tomar una decisión.

­-Aquí tiene – le doy el pasaporte – un billete a España.

­-Muchas gracias – me devuelve el pasaporte con el billete, tras inspeccionarlo a fondo – ¡Pase un buen vuelo!

Con pasos temblorosos y arrastrando mis pies entro a la cabina de embarque y me siento en mi asiento. Ya está hecho. No hay vuelta atrás fue una decisión difícil pero lo hice. Ya no había más culpa, solo una relajante pero pequeña pizca de alivio. Zevec no podía obligarme a quedarme, si él quería morir como un estúpido era su decisión, no la mía, yo quería vivir, aunque eso me convirtiera en un traidor y en un cobarde.

El resto del vuelo lo pase algo tenso, por miedo a que el avión cayera al vacío. Era la primera vez que montaba en avión y las “pequeñas” turbulencias no estaban ayudando.

Finalmente, estoy en tierra firme. Veo a familias reencontrarse, a parejas abrazarse y a amigos celebrar su reencuentro. Miro a mi alrededor y veo a mi hermano, Vladimir, acercarse a mí con rapidez y emoción.

­-¡Vladimir!

­-¡Zoquec!

En el momento en que nos fundimos en un abrazo todas mis inseguridades y miedos quedaron atrás. Nada de eso importaba; ya nada de eso vale la pena. Ahora estoy aquí con mi hermano y estamos salvados.

                                                                                 DANA


(El encuentro es a las 11.45)

 

martes, 3 de mayo de 2022

Relato con mención especial, 

XVII certamen de relato corto 2022

Categoría B 

PABLO BERTOS MATEOS - 4º ESO-A

UNA ODISEA

Aún resuenan en mi memoria los disparos de aquella noche. El llanto de las nubes parecía presagiar el mal que se cernía sobre nosotros: éramos su presa. Como la vaca que pace tranquilamente en la pradera, nosotros continuábamos con nuestra vida mientras los lobos, es decir, los poderosos, decidían nuestro futuro, que se tornaba hacia una muerte segura. La guerra daba comienzo, y lo daba en mi pueblo, mi casa, mi familia. Pronto las bombas explotaron todo lo que teníamos y nos sumían en un momento de miedo y angustia que todavía permanece en nuestros corazones.

Al oír ese estruendo me dispuse a salir de casa, a huir, dejándolo todo en ella. Por suerte, vivía solo. Corrí, corrí y corrí intentando escapar del fantasma de la guerra que se confundía con los fantasmas de mis antiguos vecinos. La lluvia arreciaba, lo que aumentaba la confusión, era imposible escapar de la ciudad (no había refugios antibombas y todos teníamos la esperanza de huir del conflicto abandonando la ciudad, ya que las bombas cedieron el testigo a las ametralladoras). La gente se agolpaba en las calles, produciendo un río de sangre debido a los que morían aplastados en la estampida. Sin embargo, esto no me disuadía de mi propósito, era con seguridad peor ser capturado.

En este intento desesperado por sobrevivir, divisé a una niña llorando, no tendría más de ocho años. Estaba frente a los cadáveres de sus padres. La guerra de los poderosos acababa con la vida, los sueños y las alegrías de una niña. Una guerra en la que el pueblo no pudo elegir participar, y en la que ahora se ve envuelto de la forma más cruel. El sonido de un disparo me sacó de mis pensamientos: debía salvarla. La recogí entre sus lloros y la conseguí sacar fuera del pueblo. Alcanzamos un bosque para descansar, después iríamos a la frontera con el país vecino como refugiados, estábamos sin teléfono ni medio de comunicación alguno: no sabíamos de qué lado se habían posicionado, pero no teníamos opción. La niña lloraba, la abracé. No sabía qué hacer, ¿cómo es posible que en un segundo se produzca una herida tan profunda que no sanaría quizás nunca? Le di de comer unos frutos del bosque. No le pregunté nada, ella tampoco, y continuamos el viaje. Éramos dos compañeros de viaje prisioneros del miedo, que permanecían junto a un desconocido para salvarse, sin conocer sus intenciones, arriesgando la vida, y, sin embargo, no tenían el valor de preguntarse el nombre. Bien por miedo a romper a llorar, o bien porque no rompa el otro.

Llegamos a la ciudad vecina. Dos arroyos brotaron del manantial de nuestros ojos: todo estaba destruido. Un escalofrío recorrió nuestro cuerpo cuando sentimos a Tánatos recoger las almas de las víctimas de aquella masacre. Todo estaba repleto de muertos. Sin decirnos nada, empezamos a correr lejos de ahí, huyendo de ese naufragio de sangre, huíamos de lo que eso significaba: nuestro pueblo había corrido la misma suerte.

Un día, ella me habló, se llamaba María. Solo me dijo su nombre, yo le dije el mío y volvimos al mutismo. Nos abrazamos y lloramos. No me atreví a hablar con ella, evitando hablar de ello, me intentaba engañar, no tendría que pensar en la muerte de sus padres. Ahora, mirando con perspectiva, fui egoísta, solo intentaba huir de mis problemas: mis padres habían fallecido meses antes y no lo había superado. No sabía cómo ayudarla a ella, no me di cuenta, pero a veces no hacen falta palabras, sino demostrar que estás ahí, a su lado.

Días después llegamos a nuestro destino. Unos hombres nos saludaban. Ella me dijo que eran sus tíos. Me abrazó, me dio un beso en la mejilla y se fue corriendo con ellos sin yo poder reaccionar. ¿Cómo expresar que era lo único que había tenido desde la muerte de mis padres? Yo no tenía amigos, ni familia. Cuando había encontrado a alguien, desaparece. Un pensamiento egoísta cruzó mi mente, ¿y si le pedía que se quedara conmigo? No lo hice, tenía un futuro, yo no. Seguí mi camino sumido en la soledad de quien no le queda nada: la soledad de la guerra.

                                                    Julián Carax

 Relato con mención especial del 

XVII certamen de relato corto 2022, categoría B.

Andrés Fernández Cervell  -  4ºESO A 

El segundo diario de la guerra 

Día 7:

Hoy hemos tomado la decisión de nuestras vidas. Bueno yo no, mi madre. Han sido unos días muy duros, y mi insistencia no ha servido para nada. Dejar a todos mis amigos aquí, sin saber si algún día nos vamos a volver a ver me quema por dentro, pero saber que mi padre va a tener que quedarse expuesto ante todos los peligros, matando y viendo cómo gente muere alrededor suya mientras nosotros nos vamos como cobardes. No soy capaz de describir el terror que eso me provoca, ni siquiera quiero pensar en ello. Mi madre, sin embargo, luce muy tranquila, no parece importarle en absoluto una posible muerte de mi padre, o mi deseo de quedarme. Desde que todo empezó está muy rara, siempre me evita y no quiere saber nada de nadie. En fin, mañana tendré que hacer las maletas y marcharemos cuanto antes.

Día 8:

Ha estado lloviendo todo el día. Hemos escuchado dos bombas y mi madre ha entrado en pánico. Es la primera vez que admite sentir miedo desde que todo empezó. Pero lo peor de todo es que mi padre se ha tenido que ir. Ha venido un hombre con chalecos antibalas y un fúsil en la mano y le ha obligado a participar en la guerra. Todos sabíamos que eso iba a pasar, pero sigo sin poder imaginarme a papá disparando una pistola. Cuando era pequeño me prohibía que comprase armas de juguete porque incitaba a la violencia y ahora va a tener que luchar en una guerra. Entre lágrimas he conseguido hacer la maleta. He metido mi camiseta favorita, algunos pantalones y abrigos por el frío. Nada de libros, juguetes o cualquier cosa inútil según mi madre. Parece que mañana va a venir un tren en dirección a España para recogernos.

Día 9:

Son las cuatro de la mañana. Acaban de fusilar a un grupo de mujeres y niños que estaban escondiéndose debajo de un puente. Nos han despertado a todos, y veo muy improbable que esta tarde podamos salir de aquí. Hay demasiadas tropas rusas, y no sé por qué disparan a civiles. ¿Qué ganan con eso? Voy a intentar dormir otra vez. 

Ya es de noche, como me temía, ha sido imposible salir de aquí. Había tanques desfilando por las calles, y no me extrañaría que hayan explotado al propio tren. No tenemos ninguna noticia de papá, y mi madre otra vez está muy rígida. Me paso los días en mi cuarto escuchando música a todo volumen para no oír los disparos y explosiones. Ni siquiera puedo leer más de dos páginas seguidas sin que mi cabeza piense en sangre, fusiles y muerte. No hay cobertura y tampoco puedo contactar con mis amigos. Todo es un auténtico desastre, y me he dado cuenta de que incluso si consiguiese irme y todos mis seres queridos sobrevivieran, mi vida nunca va a ser lo mismo. Mi mente ha cambiado, y voy a tardar mucho en borrar todos los pensamientos oscuros que viven en ella. 

Día 10:

Hoy todo ha estado mucho más tranquilo. Algunas explosiones lejanas y poco más. Parece que los rusos han abandonado la zona y mi madre está trazando un plan de huida con unos vecinos. Todo eso suena mejor en las películas que en la realidad, pero por lo menos da un aire de optimismo a la casa, y creo que mi madre ha hecho el intento de sonreír después de más de diez días. Seguimos sin saber nada de mi padre, y la maleta sigue cerrada por si en algún momento tenemos que salir corriendo.

Día 11:

Todas nuestras esperanzas se han ido a la mierda. Han entrado siete rusos armados hasta los dientes rompiendo la puerta. Mi madre les ha chillado y casi la matan. He pasado mucho miedo. Temiendo lo peor, por lo menos nos han dejado en un sótano con otra familia. No sé por qué hacen esto, ni cuál es su interés en encerrarnos. Después, un viejo borracho se ha llevado a mi madre y ha vuelto casi desnuda y llorando. No quiere decirme que le han hecho, pero me temo lo peor.

Día 12:

Hemos salido corriendo del sótano y estamos en un tren yendo a Francia. Creo que nunca he sentido tanta alegría y miedo al mismo tiempo. Mi madre me ha despertado en mitad de la noche y he visto cómo apuñalaba a uno de los soldados que nos retenía. Me ha dicho que la siguiese y que cogiese un arma. El viejo que se llevó ayer a mamá nos ha visto y la ha capturado, pero le he disparado en la cabeza. Sí, yo, el niño que nunca había pegado a nadie en la escuela ha matado a un hombre. No he tenido tiempo para asimilarlo, pero no sé lo que siento. Después de eso hemos corrido como nunca y hemos tenido la suerte de encontrar el tren. Ahora estamos avanzando hacia lo desconocido, huyendo de mi realidad, amigos y familia. 

Mi madre está herida, pero parece algo contenta. Estoy escuchando tanques y explosiones que vienen desde fuera del tren. Hay rumores de que los rusos están explotando todos los vehículos que salen del país, y la gente está asustada. A mí ya no me preocupa, creo que me he vuelto inmune. Quizá morir ahora es mejor que tener que olvidarlo todo.

30-4-2027 Periódico Internacional

Se ha encontrado el diario de un adolescente que murió con su madre huyendo de Ucrania durante la pasada guerra. Podríamos hablar de que es una segunda parte del Diario de Anna Frank. Otra muestra más de cómo las guerras son dolor y muerte para todos. Esperaremos que algo así no se vuelva a repetir en mucho tiempo. Valoremos la Paz que tenemos, porque es lo más importante en nuestro mundo.




 Relato ganador del certamen de relato corto 2022, categoría C

MIGUEL ÁNGEL MARTÍN MELIÁN - 2º Bach - A

La comida familiar

Los domingos me encantan. Es un día feliz; estoy descansando en casa sentado en el mullido sillón rojo que nuestro abuelo nos regaló hace poco y que me ha acompañado en este corto periodo de tiempo en todas y cada una de las películas que he visto con mi familia. También me encantan esas noches de películas bélicas con mi familia, son mis preferidas, su acción incansable y sus momentos de destrucción me fascinan. No disfruto tanto aquellas películas ñoñas que mi madre y mi hermana suelen poner, pero supongo que para disfrutar de unos momentos que te gusten, también tienes que soportar los que le gustan a los tuyos aunque a ti no tanto. 

¡A comer! escucho con reverberación desde el pasillo. Por eso adoro tanto los domingos, toda mi familia se reúne a almorzar en mi casa. No somos pocos, viene nuestro abuelo, nuestros tíos y primos, y los novios de mis hermanas mayores que tanto juegan conmigo a las guerrillas. Estos últimos siempre bromean con que eso les sirve de práctica y toda la familia ríe. Yo no entiendo, ¿prácticas para qué? pero aun así río. Voy caminando sin pisar las rayas que separan las losetas, dando pasos de gigante y doy dos grandes saltos justo antes de entrar a la cocina para así sorprender a todos con mi velocidad.

-¿Dónde está la gente mamá? 

-Hoy no han podido venir, hijo.

-¿Y papá?

-Ha tenido que irse de viaje por el trabajo, nene.

-¿Y...

-Para ya de preguntar y cómete la sopa que se enfría. Venga.

Mi madre estaba rara. Tenía los ojos rojos y la notaba muy pálida, pero supongo que es normal, desde que nos mudamos al búnker de la casa para soportar el frío del invierno no hemos salido apenas y no ha recibido la luz del sol. ¿Estaré yo igual? Yo no quiero parecer enfermo y estar más blanco que la leche. ¿Y papá? mi madre dice que ha tenido que ir a un viaje de trabajo pero él siempre ha trabajado en la parcela del abuelo. Quizá la parcela también se ha mudado para evitar el frío del invierno. 

Solo estamos comiendo mi mamá y yo y escucho llantos de mi hermana en su cuarto. Echo de menos los domingos de siempre. Mamá, ya he terminado la sopa, vuelvo al cuarto. Mi madre no responde. Cruzó el pasillo pero esta vez no saltando como antes; tengo la sensación de que algo va mal pero no entiendo nada. Tengo ya 9 años, debería entender qué pasa pero todo está siendo tan rápido: el cambio hacia el búnker, mi padre se va, mi familia no viene, tomamos sopa en domingo cuando siempre tomamos carne...

¿Qué significa búnker?, ¿por qué no lo llaman sótano, si es lo mismo? ¿no? . Estoy harto, necesito respuestas, estoy cansado de no entender qué pasa.

Es por la noche, voy en busca de respuestas donde mi padre siempre va: al pediorico o periódico, como se diga. Me oculto detrás del sillón rojo y mullido. Todo está en silencio. Me dispongo a abrir el periódico. Leo.

Los domingos son amargos. Es un día desolador e intrigante porque es el día de recuento de bajas. Pronto en la mañana llega el periódico y es el peor momento del día. Leemos rápidamente la lista - aunque parece un momento eterno- si el nombre de nuestro padre o de las parejas de mis hermanas están en la lista.

Odio las películas bélicas, son tan distantes con la realidad. En nuestra vida no hay acción, no hay valentía en nuestra guerra. Nuestros familiares son solo números, son soldaditos verdes de juguete con los que nuestro presidente juega con el discurso de defender nuestro país sobre todo. ¿Qué es un país sino su gente? ¿Quién quiere una tierra sin nada más que destrucción? ¿A qué esperamos? Unos países tan lejanos a nuestra realidad nunca se preocuparán por nosotros. Sí, dicen que han enviado tropas. Más soldaditos verdes que se tiñen de rojo y que siguen alargando este sinvivir sin sentido final más que los intereses de unos pocos. Ya son 5 años. Tengo 14 años pronto he perdido mi infancia, pronto perderé a mis familiares y si esto sigue así me convertiré en otro soldadito verde. Qué ironía ¿no?, los soldados pintados del color de la esperanza, de una esperanza que ya no existe. De una esperanza que se marchitó como yo marchité y arrugué aquel papel de periódico hace años, cuando descubrí mi nueva realidad. La guerra.


DÍA DEL LIBRO 2022

El viernes 29 de abril fueron entregados los premios del XVII Certamen de relato corto del IES Jiménez de Quesada, que un año más organiza el Dpto. de Lengua castellana y Literatura con el apoyo imprescindible de la AMPA y de la Biblioteca JdQ.  

Mª Dolores Álvarez García (presidenta de la AMPA) acompañada de Josefa Jurado, Mª Ángeles Azor y Mª Angustias Augustin en representación del Dpto. de Lengua y de Biblioteca entregaron los premios de las tres categorías en las clases de los alumnos agraciados.  

Este año ha habido una gran participación, algo más de medio centenar, e igualmente una gran calidad en los trabajos entregados. Como se dijo en cada una de las clases, damos la enhorabuena a todos los premiados y agradecemos tan alta participación.

Los premiados son los siguientes:

Categoría A (1º y 2º ESO): Lucía Carrillo Mendoza de 2º ESO - A

Categoría B (3º y 4º ESO): Lucía Aragón Carrasco de 4º ESO - B

    El jurado acordó hacer una mención a los relatos de dos alumnos que consideró de una gran calidad; estos son:

    Andrés Fernández Cevell de 4º ESO - A   y

    Pablo Bertos Mateos de 4º ESO - A

Categoría C (1º y 2º Bach): Este año ha habido dos ganadores "ex aequo"

    Miguel Fuentes Cruz - 1º Bach - A

    Miguel Ángel Martín Melián - 2º Bach - A





Recomendación "en verde"

 Alguien está mintiendo

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Todo el mundo tiene secretos, ¿verdad? Pero, ¿qué serían capaces de hacer para protegerlos?   Simon Kelleger fue demasiado lejos al contarle a todo el mundo, a través de una App, los secretos más íntimos de sus compañeros de clase...

Ahora que Simon está muerto solo queda un gran secreto por desvelar. Tenemos cuatro sospechosos y os proponemos un reto: ¿averiguaréis quién lo asesinó?

lunes, 2 de mayo de 2022

 Encuentro literario con 

VICTORIA EUGENIA MUÑOZ JIMÉNEZ

El próximo viernes, 6 de mayo, nos visitará la escritora granadina Victoria Eugenia Muñoz Jiménez para hablar de su libro Huyendo a Granada con los alumnos de 4º de ESO. Será interesante ya que estos alumnos han leído la obra y podrán preguntar a la autora todo aquello que quieran saber sobre la novela y su proceso de creación. 

En este vídeo podéis ver la presentación que la autora hace de la novela:



Recomendación "en rojo"

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ANDREU MARTÍN

Luis Ramis descubre con perplejidad que para Héctor Serralada, un empollón que iba para abogado, al que no ve desde hace unos años, él ha sido y es su mejor amigo. Héctor se ha visto mezclado en un homicidio y todos creen que Ramis sabe su paradero. Luis comenzará la búsqueda de Héctor, que ahora ha cambiado de vida y es una especie de playboy que trabaja en una discoteca.

            La Casa del Libro

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