FUNDACIÓN Fco. AYALA, "Recuerdos de Granada", 2022
MI MADRINA
Miguel Fuentes Cruz - 1º Bach-A
Durante toda mi niñez y lo que llevo de adolescencia siempre he tenido una relación muy cercana con mi madrina, la hermana menor de mi madre. Una mujer simpática, amable y con una paciencia que aún no puedo entender.
Pasé mucho tiempo con ella cuando era niño, me gustaba mucho que jugara conmigo porque no me trataba de esa forma especial con la que se trata a los niños, poniendo un tono de voz ridículo y acercando mucho la cara al hablar, no, ella me trataba como a un niño más mayor y eso me hacía sentir importante.
Recuerdo con muchísimo cariño una caja de libros ilustrados que me leía cuando era pequeño, eran libros muy simples y cortos, uno con cada letra del abecedario y unas ilustraciones que me encantaban, ella los leía con una entonación y un ritmo que me relajaban mucho y mantenía mi atención.
Siempre he pensado que tiene un don para tratar con los niños, pues, aparte de sus tres hijos y sus sobrinos, también trabajó como maestra en una guardería y en la biblioteca del pueblo en el que vivo, esto último lo recuerdo más claramente, pues ya era yo más mayor. Recuerdo esas tardes frías y nubladas de invierno en las que mi hermano y yo nos llevábamos la merienda, que solía ser una bolsa de patatas, a la biblioteca y ayudábamos a mi tía con las estufas, las luces y las ventanas. Como el pueblo es pequeño no frecuentaba la biblioteca mucha gente, solo los niños que iban a hacer los trabajos que recibían por la mañana en el colegio.
Nosotros dos llegábamos siempre a la hora de apertura, por lo que el ambiente de la biblioteca era oscuro y frío, te entraba esa sensación de congelación en los dedos que impide el normal funcionamiento de los mismos, nos quedábamos los tres mirando algún libro de poemas absurdos y riéndonos hasta que llegaba algún niño. Mi tía organizó varias sesiones de manualidades con los más pequeños para entretenerlos y todos lo pasaban bien.
Cuando nació su tercer hijo yo ya tenía la suficiente edad y sabiduría como para encargarme de los cuidados de este por un rato sin dejar que le pasara nada malo, en muchas de las reuniones familiares mi tía delegaba en mí esa responsabilidad y yo con toda la ilusión y el cariño del mundo cumplía con mi misión de la mejor forma posible, en mis tareas como cuidador aprendí mucho y considero que maduré en la medida de lo posible.A medida que fui creciendo se fue formando una relación de complicidad entre mi tía y yo, ella me enseñó muchas cosas y gracias a ella fui aumentando mi abanico de gustos, chistes y culturilla general. Con ella comparto mi fanatismo por películas como “Harry Potter” o “Pesadilla antes de navidad”, mi carácter más burlesco y muchas de las bromas que ella misma me enseñó.
Recuerdo esas tardes en pijama jugando a esos típicos videojuegos para cuatro personas, ese ambiente de risas e intentos de sabotaje para que otro perdiese en el juego y poder salir victorioso. Y recuerdo también la ilusión que sentía cada vez que ella usaba su maravilloso talento en la repostería para hacerme una tarta personalizada en mi cumpleaños.
Son innumerables todos los buenos momentos que he pasado con ella, todas las lágrimas que se me han escapado de la risa y todas las cosas que me ha enseñado.
Decidí escribir sobre mi tía porque me siento infinitamente agradecido por todo lo que ha hecho por mí, por el cariño que me ha dado todos estos años, por haber contado conmigo y por ser una persona tan tan maravillosa y llena de alegría, de vida y de ilusión.
No todo el mundo puede contar con familiares que le apoyen, pero, por suerte, yo sí y me siento muy afortunado por ello.
Espero que este breve fragmento de mis jóvenes y poco experimentadas memorias suponga el reconocimiento que merece.
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