El
lunes pasado tenía que hacer una selección de libros de narrativa de nuestra
biblioteca; sin pensármelo dos veces, me dejé llevar por un deseo irrefrenable
de conocer el fondo bibliográfico y comencé a hurgar entre los estantes y,
¡sorpresa!, no pude contenerme fotografiar una serie de libros que me
resultaron unas auténticas joyas por varios motivos: porque eran ideales para
utilizarlos en mi materia, porque no esperaba encontrarlos y me encantaría
tener tiempo para leerlos, porque me impresionó que una biblioteca escolar,
como la nuestra, disponga de esos títulos y pensé que sería interesante que
otros los conocieran, qué sé yo.
Y
creo, sinceramente, que es una de las mejores maneras posibles de llevar a cabo
una inmersión en una biblioteca, dejarse llevar y hojear cada uno de los libros,
sin prisas. No es la única opción, puedes preguntar a los profesores que
trabajan en la biblioteca o algún profesor, pero aseguro que es una auténtica
aventura.
Precisamente
uno de los libros que no pude dejar de leer fue el de Antonio Gala, Si las piedras hablaran. Se trata de un
texto en el que el autor recrea situaciones de la Historia de España casi
imposibles, pues algunos de los personajes de los pequeños diálogos que forman
cada pieza teatral, no coinciden en el tiempo histórico real y Gala los reúne
en escenarios monumentales, casi siempre palacios y monasterios. A partir de
ahí, y teniendo en cuenta una buena documentación histórica, Gala despliega la
ficción histórica para recrear situaciones concretas, como por ejemplo, el día
en que Felipe II conoce la noticia de la pérdida de la Gran Armada, o Armada
Invencible.
No
es la única situación a la que nos hubiese gustado asistir si tuviésemos una
máquina del tiempo, algo, por otra parte, imposible. Para eso está la
Literatura, que nos transporta a esos momentos históricos. Y así, de una forma
magistral, Gala nos ofrece la posibilidad de ser testigos de lo que Carlos V le
dice a su madre Juana en Tordesillas, o del diálogo de Boabdil con Moraina en
la Alhambra, al poco de su rendición, o de las palabras del príncipe Fernando a
su padre el 19 de marzo de 1808.
Como
escribe Gala refiriéndose a las piedras, testigos mudos de hechos memorables, “Hemos
vivido mucho… Pero seguimos siendo como fuimos porque, para nosotras, la
Historia se desliza muy despacio. La Historia, esa áspera lengua con la que el
tiempo lame nuestras heridas… Hemos vivido y aprendido que la Historia, cuando
habla de grandeza, no habla, de dimensiones, sino de alguna fe que se
comparte…” Dejemos que las piedras hablen a través de este curioso libro.
Juan
José Casado, profesor de Geografía e Historia.
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