HOMBRE
DEL 14 DE DICIEMBRE DE 1994
Imaginen a un hombre frente al ordenador.
No se decide
a pulsar la h, si dar la luz del flexo,
si levantarse
a ver pasar la vida, o telefonear
a alguien que no haga
preguntas. Alguien que no haga preguntas, que
no haga preguntas.
Hoy no puede escribir porque son las palabras
nada más síntomas,
conjeturas, indicios, objetos inservibles
e inanimados,
torpes intentos, aproximaciones huecas,
sucias imágenes
de lo que no es capaz de sentir ni expresar.
Y, sin embargo,
Como el que llama a un perro, tan sólo por probar
su lealtad,
sin ningún móvil llama a sombras y a palabras;
y las palabras
y las sombras, si acuden, acuden como perros,
nunca distintas,
previsibles y dóciles, como perros, vulgares
y detestables
con su fidelidad nunca fingida, impuesta.
A esa impostura,
a esa falsedad que obra sobre los sentimientos
inexplicables
y sobre la razón, llama también poesía.
FRANCISCO DOMENE
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