HAMBRE INTELECTUAL
(Testimonio de Susanna Pechuro)
Como quien padece hambre me lancé a la posibilidad de retomar mis estudios. No hacía ni un mes que me habían liberado cuando me presenté a los exámenes de selectividad. Una vez aprobados, me matriculé en la facultad de Historia de la Universidad de Moscú para continuar el trabajo científico al que se quería dedicar Borís. […]
Me apliqué en los estudios con ímpetu, literalmente como un hambriento que se lanza sobre un pedazo de pan. La vida me ha permitido probar el hambre fisiológica y el hambre intelectual y, de verdad, no sé cuál es peor.
En uno de los campos, en los que a los reclusos nos permitían tomar prestados varios libros cada diez días, me aprendí cuentos, artículos y ensayos enteros de memoria. Luego, durante años, me alimenté de ellos.
Vestidas para un baile en la nieve
MONIKA ZGUSTOVA
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