Balada de amor
a través de las edades
Yo te gusto, tú me gustas
de tiempos inmemoriales.
Yo era griego, tú troyana,
troyana, pero no Helena.
Del caballo de madera
salí a matar a tu hermano.
Maté, peleamos, morimos.
Me hice soldado romano,
perseguidor de cristianos.
Entrando en la catacumba
nuevamente te encontré.
Mas cuando te vi desnuda
allá en la arena del circo
y el león que se acercaba,
di un salto desesperado
y el león nos devoró.
Después fui pirata moro,
flagelo de Tripolitenia.
Puse fuego a la fragata
en donde tú te escondías
del furor de mi goleta.
Mas cuando ya iba a alcanzarte
y a transformarte en mi esclava,
te santiguaste y rasgaste
tu pecho con mi puñal.
Yo también me suicidé.
Después (tiempos más amenos)
fui cortesano en Versalles,
espiritual, libertino.
Se te antojó hacerte monja…
Y unas intrigas políticas
nos llevaron al cadalso.
Hoy soy muchacho moderno
que rema, baila y boxea.
Tengo dinero en el banco.
Tú, una rubia notable,
boxeas, bailas y remas.
Tu padre se nos opone.
Después de mil peripecias,
soy héroe de Paramount,
nos casamos y te beso.
Carlos Drummond de Andrade
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