miércoles, 13 de mayo de 2020

"Irradiaba belleza"
Testimonio de Susanna Pechuro en 
Vestidas para un baile en la nieve 
MONIKA ZGUSTOVA

Lina (así se llamaba la señora, que era española) meneó pensativamente la cabeza. Luego supe que era la mujer de Serguéi Prokófiev. Pero nunca alardeó de ello, si bien se sentía orgullosa de su marido. […]
Lina se me ha quedado grabada en la memoria –exclama Susanna ante un recuerdo grato-: una mujer fuerte, tenaz y desdichada. Cuando la conocí, trabajaba pelando patatas heladas. Se pasó cuatro años así: se levantaba a las seis de la mañana para coger un cuchillo desafilado (en la cocina no había otros) y hasta la noche pelaba una enorme montaña de patatas duras, medio congeladas y, de hecho, imposibles de pelar, patatas que representaban la base de la alimentación de todo el campo de mujeres y del vecino campo de hombres. 
Aparte de que las mujeres educadas y cultas vivían más que las otras chicas, Lina era un personaje. Emanaba de ella una vida interior rica, irradiaba belleza, energía y vitalidad mental, aun cuando en el campo de trabajo solía estar triste y, como la mayoría de las mujeres, sufría depresión. Vivía como en una pesadilla, como si no pudiera creer lo que le había pasado. 
Pero lograba percibir belleza a su alrededor, algo que la mayoría de la gente era incapaz de hacer; durante los seis meses de invierno, cuando más allá del círculo polar no sale el sol, veíamos cómo de pronto Lina se detenía y contemplaba el cielo: si este estaba despejado, la aurora boreal se revolcaba perezosa en él cual animal salvaje y les restaba brillo a las estrellas. Cuando se acercaba la primavera y un par de horas al día nos alumbraba un cielo rojo oscuro, Lina se embebía de él como el sediento en el desierto al que le dieran de beber. En otoño, iba al bosque a tirar la basura sin hartarse jamás de contemplar los pequeños y amarillentos alerces, los únicos árboles que allí crecían. […] En verano recogía flores silvestres del bosque al que iba a tirar la basura del campo sin fijarse en las moscas y en los enormes mosquitos que nos picaban. Después la repartía entre las demás: compartió siempre todo cuanto tenía. Cuando recibía un paquete de sus hijos (nos estaba permitido una vez al año), repartía a partes iguales entre sus amigas lo que quedaba después de que los vigilantes lo saquearan.

Vestidas para un baile en la nieve. MONIKA ZGUSTOVA

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