De pequeño soñaba con ser monje,
caballero triunfante en mil batallas,
defensor de doncellas y de pobres
enfrentado al tirano cara a cara;
Ver su nombre en las plazas y en los libros;
que un poeta cantase sus hazañas
y algún día vivir en un castillo
rodeado de nomos y de hadas.
De niños los hombres, ya se sabe,
solo viven pensando cosas raras;
fantasías urdidas en el aire
que se hunden tan solo con tocarlas.
Ella, en cambio, soñaba con ser niña,
estudiar de mayor, con ser maestra,
y exprimir los racimos de la vida
con los pies plantados en la tierra.
José Ganivet Zarcos
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